El perdón y la gratitud


La culpa penetra en tu corazón para evitar la gratitud


El perdón a una misma

La semana pasada hablábamos sobre el poder de la gratitud y cómo podíamos conectar con ella a través de un pequeño ejercicio.  Pero ya sabemos que cultivar el agradecimiento necesita tiempo, además, considero que uno de los primeros pasos para conseguirlo es cultivar el agradecimiento  hacia nosotras mismas. 

“La gratitud es una actitud que comienza contigo mismo”. Ricado Perret.

Uno de los beneficios que nos regala la gratitud es conectar con un estado profundo de bienestar, para con nosotros y con los demás. De alguna manera anhelamos sentirnos queridos, comprendidos y en armonía con nuestro entorno, pero ¿cuánto de todo ese anhelo lo sentimos hacia nosotros? ¿Cuánto nos sentimos queridos, comprendidos y en armonía hacia nosotros mismos? Igual sucede con la gratitud, ¿cuánto podemos agradecer de nosotros, de nuestra vida y de aquello que vamos transitando?

Puede que la vida que nos ha tocado no haya sido cómo nos gustaría, que nuestras decisiones no hayan sido las más acertadas, o que nos arrepintamos de alguna que otra decisión. La pregunta para poder cambiar la perspectiva sobre la situación sería, ¿qué he aprendido de todo eso?

Y ¿para qué hacernos esa pregunta?, pues para una razón lógica.

Si estamos dolidas, nos sentimos culpables o arrepentidas de algo, muy posiblemente estemos en lucha con nosotras mismas, castigándonos inconscientemente, y sintiéndonos no merecedora de lo bueno que la vida tiene para regalarnos.


Antes de llegar a la pregunta, ¿qué he aprendido de esa situación o persona? Quizás necesitemos desgranar la situación que nos provoca el conflicto, siempre y cuando tengamos la capacidad para sostenernos en ella, de lo contrario quizás necesitemos ayuda de un profesional. Ejemplos de preguntas y respuestas que puedes hacerte (adaptar las preguntas en función del hecho elegido):

  • ¿Por qué lo hice? _______________________Lo hice poque me sentí herida

  • ¿Por qué me sentí herida? ______________________ Porque me sentí igual que cuando mi padre…. y eso hizo que me sintiera cuestionada que mi palabra no tiene valor….

  • ¿Me arrepiento? ___________ sí porque….

  • ¿Quería realmente hacerle daño a esa persona? _____________desde la ira sí, pero desde mi ser más profundo sé que no, que estoy arrepentida.

¿Hay alguna conclusión o aprendizaje que pueda sacar de todo eso?———————— Sí, me he dado cuenta que tengo heridas que siguen resonando en el presente, ahora sé que cuando vuelvan a aparecer puedo reaccionar de otra manera, quizás parar y volver a la conversación en otro momento. Esto con el tiempo me ha servido para ser más asertiva, y aprenderme a perdonar.

Esta autoexploración nos abre la puerta al dolor, a un hecho que nos invita a cuestionar nuestras acciones. Como ves abrir la pregunta de, ¿qué he aprendido? trae al consciente una acción pasada, un hecho, unas emociones, que al darle otro significado, nos acerca a la comprensión de una situación. Y nos puede conectar con otra versión de los hechos que no habíamos visto.

Desde la perspectiva espiritual abrirnos al dolor, implica reconocerlo sin apegarse. Es decir, la culpa se mantiene porque nos identificamos con ella; “yo hice esto, por lo tanto, soy mala persona”. Tenemos que aprender a vernos como algo más que mente y cuerpo, y ahí es donde aparece ese tercer componente que nos brinda la espiritualidad, el componente que nos abre el campo del amor. Es ese espacio más grande que nosotros que nos invita a reconocernos como almas viviendo una experiencia de aprendizaje constante, y que nos ayuda a separarnos del soy esto o aquello. Nos acerca a la vulnerabilidad, la compasión y el perdón.

La autoexploración y el perdón, nos acerca al entendimiento, el aprendizaje y la posibilidad de cambiar la reacción la próxima vez.


Por lo tanto, indagar en nuestro agradecimiento nos lleva a enfrentarnos a nuestros conflictos internos, conflictos que por otro lado , si no reinterpretamos o perdonamos, paradójicamente nos alejan de la gratitud. Agradecernos, agradecer nuestra vida, lo que tenemos en el presente, nos conectará con esa otra sensación más abundante de merecimiento y agradecimiento hacia aquello que está por venir y por nuestro alrededor. Es imposible cambiar el pasado, pero podemos contarnos historias diferentes sobre él, no desde el engaño y la mentira, sino desde la verdad del corazón para acercarnos a una versión más auténtica y plena de nosotras mismas.

El agradecimiento implica quitarnos la coraza, el dolor, el jucio a lo bueno y a lo malo, y conectar con lo único que nos hace humanos: el amor.

Te lanzo una pregunta:

  • ¿CUÁNTO TE SIENTES AGRADECIDA DE TU CAMINO DE VIDA?


Si te ha gustado esta entrada no te pierdas las siguientes. En el mes de julio hablaremos sobre plenitud y gratitud.

 

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